La Land Rover del empresario que fue hallado descuartizado adentro de una valija en un arroyo de la localidad bonaerense de Ingeniero Budge, fue entregada por su socio de negocios.
El rodado, una camioneta Range Rover Evoque, modelo 2012 de color blanca y que estaba a nombre de la empresa Antártida Compañía Argentina de Seguros S.A., era una de las tres pertenencias clave que los investigadores procuraban hallar en el marco de la causa.
Es que, según la principal hipótesis de los investigadores, el empresario apodado «Lechuga», pudo haber sido abordado por sus asesinos cuando usaba ese rodado.
Mientras tanto, trabajan para localizar el teléfono celular del empresario, que no estaba entre sus pertenencias encontradas en el domicilio que habitaba, ni junto a sus restos en la valija. Además, también buscan al perro bull dog francés, que siempre lo acompañaba.
Según trascendió, Pérez Algaba almacenaba en su teléfono celular más de 200 mensajes amenazantes, audios de conversaciones que había mantenido con personas a las que le debía dinero y textos que había escrito respecto de su situación financiera y relación conflictiva con sus acreedores en el block de notas.
Si bien ese dispositivo no fue aún encontrado, muchos de esos mensajes y audios fueron difundidos a través de medios de prensa, lo que llevó a que el fiscal 5 de Lomas de Zamora a cargo de la causa, Marcelo Domínguez, decidiera incorporarlos al expediente para analizarlos como evidencia.
En base a ellos, en las últimas horas se presentaron a declarar en la fiscalía dos personas que aparecen en los audios y textos: un supuesto barra de Boca Gustavo Iglesias y su hijo Nazareno, a quienes, según se desprende de los mensajes, el empresario le debía alrededor de 70.000 dólares.
«Yo no te voy a matar, te voy a hacer algo peor, te voy a sacar los ojos y cortar las manos para que no puedas contar más en tu vida plata, por juro por mis hijos que no tengo ningún problema por ir preso», es una de las amenazas dichas por Iglesias, quien él mismo admitió ante la justicia haber proferido.
De esos audios y textos también surgieron los conflictos que Pérez Algaba mantenía con otras personas, entre ellas con un examigo llamado Nahuel Vargas, a quien también le debía dinero y quien había denunciado al empresario por amenazas en febrero pasado.