• 27/07/2024 03:32

Córdoba: «Yo maté a Joaquín» la escalofriante confesión del amigo del adolescente asesinado en Laboulaye

El mejor amigo de Joaquín Sperani, de tan sólo 13 años, confesó el homicidio. El menor, que es inimputable, desvió la investigación antes de quebrarse y hacerse cargo del hecho. Qué se sabe hasta ahora

 

Joaquin Sperani, de 14 años, era buscado desde el pasado jueves en la localidad de Laboulaye, en Córdoba. Fue encontrado sin vida este domingo en una casa abandonada y, tras intentar desviar la investigación, se supo que el asesino es su mejor amigo, de 13 años.

«Sí, yo maté a Joaquín» , afirmó el asesino de 13 años frente a los fiscales de la causa. Los dos chicos estudiaban juntos en el Instituto Provincial de Enseñanza Media 278 Malvinas Argentinas de la localidad cordobesa.

Por ser menor, el homicida no será sometido a juicio y será trasladado a Complejo Esperanza, el centro para menores de 18 años en conflicto con la ley penal ubicado en las afueras de la ciudad de Córdoba.

La reconstrucción que surge de la investigación de la división Homicidios y Protección de las Personas de la Policía de Córdoba, que hasta ayer actuaron bajo directivas de la fiscal local Georgina Osella (ahora giró todas las actuaciones al juez Sebastián Ignacio Moro a cargo del juzgado de Control, Niñez, Adolescencia, Penal Juvenil, Violencia Familiar y de Género y Faltas de esa ciudad), indica que el jueves pasado, Joaquín llegó en bicicleta hasta la escuela a la que concurría.

Allí, Joaquín no entró a clases y junto a «L», su amigo de toda la vida, salieron caminando sonrientes de la escuela. Ésto pudo corroborarse a partir de una cámara de seguridad vecina.

Minutos después L. volvía en dirección al colegio, pero solo. En el camino, se le cayó un teléfono celular, que levantó pronto y guardó en su pantalón. Esa tarde, el adolescente entró de nuevo en la escuela y se sentó en clases, como si nada hubiese pasado.

Más tarde, cuando los padres de Joaquín realizaron la denuncia por su desaparición, la policía inició la búsqueda que incluyó la revisión de las cámaras de seguridad de la zona. Así confirmaron que la última persona en ver con vida al adolescente era su mejor amigo por lo que los investigadores localizaron al menor para tener más detalles.

Al ser interrogado, L. fue evasivo y fue cambiando la versión de sus dichos. Aseguró que él y Joaquín  se habían separado luego de salid de la escuela, pero que él se arrepintió volvió a clases.

Al ser preguntado sobre el teléfono celular que se ve en el video, afirmó que era de su papá. Sin embargo, cuando la policía habló con el padre, éste negó haberle dado su teléfono a su hijo.

Luego, L. siguió armando su historia reconociendo que el celular era de Joaquín, pero que él se lo había dado porque quería escapar de Laboulaye.

Además, después planteó una elaborada trama en la que, tanto él como Joaquín, eran víctimas bulling, con continuas burlas y  maltratos por parte de sus compañeros, por lo que su amigo había conseguido una familia «sustituta» que ese jueves a la tarde lo había ido a buscar para llevarlo lejos, «al campo».

Estas versiones de los hecho planteadas por el menor, desviaron por completo toda la búsqueda. Como los padres de Joaquín confirmaron que efectivamente su hijo era víctima de bullying, la policía en lugar de buscar al adolescente desaparecido en la zona cero, comenzaron a inspeccionar autos para hallar a la familia «sustituta».

 

 

Todo cambió cuando, desde la ciudad de Córdoba, llegó un grupo de detectives de Protección de las Personas y de la Homicidios. En la madrugada del domingo, repasaron todo lo realizado hasta entonces y decidieron iniciar la investigación desde «punto cero», es decir el último lugar donde se vio a Joaquín con vida.

Los vecinos de Laboulaye, que ya se había manifestado por la falta de avances en la investigación, en paralelo con la policía también rastrillaban la zona. Fueron ello, un hombre y dos chicas, quienes encontraron el cuerpo sin vida de Joaquín en una casa abandonada a menos de 100 metros de la escuela.

Tras el hallazgo, L volvió a ser interrogado. Allí se quebró y finalmente confesó que ese fatídico jueves, él y Joaquín habían ido juntos hasta la casa abandonada, que comenzaron a discutir y que, sin premeditación,  comenzó a golpearlo en la cabeza primero con el caño y luego con el trozo de mampostería.

 

 

Martín Sperani, el padre de Joaquín, estaba en la fiscalía de Laboulaye cuando el sospechoso admitió haber matado a su amigo.

“Él estaba declarando cuando me dieron la noticia, nos dividía una pared. Él declaró que había matado a mi hijo, fue muy duro y desgarrador ese momento”, señaló Sperani en una entrevista con Radio Mitre de Córdoba.

El padre de la víctima aseguró que todavía no logra comprender lo sucedido y que le faltan palabras para describir el calvario que está viviendo desde que confirmó que su hijo fue asesinado por su mejor amigo, alguien a quien consideraba parte de la familia.

No termino de entenderlo, no. Que su amigo haya hecho esto, que era uno más de la familia, los padres también, era un entorno familiar. La verdad es muy duro, no caigo. Me pregunto por qué, pero no tengo la respuesta”, expresó.

“Este chico es un psicópata. Era amigo de toda la vida de Joaquín, hicieron la primaria juntos, cumpleaños. Como familia íbamos al campo de ellos. No había nada que nos llamara la atención”, dijo por su parte la madre de la víctima.

Más tarde, en C5N,  Mariela Flores, madre de la víctima, declaró: “Este psicópata lo que hacía era embarrar la cancha para no llegar al cuerpo de Joaquín. Es un cínico. Yo quiero cadena perpetua, a mí no me interesa que tenga 14 años”.